Restauración del edificio Casino de la Reina, Lavapiés. Madrid
Concurso
Primer Premio / First Prize
Fecha
1997 - 2001
La casa palacio del Casino de la Reina, construida a principios del siglo XIX, sufrió a lo largo del tiempo numerosas transformaciones y adiciones que modificaron su apariencia exterior e interior. Las fachadas habían sido muy modificadas, pareciéndose muy poco a la imagen del edificio que se conserva en los grabados de la época. La eliminación o apertura de nuevos huecos, sus cambios de proporción, pequeños cuerpos e incluso un edificio de su mismo tamaño adosados a un lateral transformaron por completo su fisonomía exterior.
El interior se encontraba muy compartimentado y, a excepción de la crujía central y la escalera principal que mantenían la estructura espacial original, se hacía necesario eliminar tabiques para dejar espacios más limpios.
La estructura consistía en grandes muros de carga de 70 cm de espesor. Las vigas de madera y el tableado igualmente de madera que constituían los forjados se encontraban en muy mal estado de conservación. La protección del edificio exigía restituir las fachadas a su estado original y conservar los principales muros de carga interiores así como el trazado de la escalera principal y su barandilla de hierro forjado.
Se vació todo el interior salvo los muros de carga protegidos y se recalzó la cimentación mediante pozos, sustituyendo la solera de la planta baja por un forjado. El criterio estructural consistió en no sobrecargar los muros más de lo que estaban. La presencia de grietas importantes, producto de asientos y de las actuaciones que sobre ellos se habían llevado a cabo a lo largo del tiempo, así lo aconsejaba.
Situado en el barrio de Lavapiés, el edificio se construye para centro de integración social. El programa, algo indeterminado en el momento de redactar el proyecto, consistía en fundamentalmente en aulas y talleres, con algunos despachos, una pequeña cocina, aseos y un espacio polivalente de reunión bajo la cubierta. Entendíamos que la estructura de muros antigua era la base principal para la compartimentación espacial interior y que el número de aulas-taller posibles era el que los muros delimitaban, y, de alguna manera, permitían. Decidimos valorar el carácter pesado de los muros históricos contraponiendo un sistema ligero de partición interior. La separación entre vestíbulos y talleres o despachos se realiza con elementos de madera con acabado de roble. Estos nuevos muros anchos y ligeros se convierten en armarios de almacenamiento que en su parte superior albergan los fancoils para la climatización. Las líneas horizontales de toma y salida de aire de las máquinas se convierten, por su profundidad, en un elemento importante en la composición de los armarios-pared.
La escalera y los muros originales organizan el vestíbulo de acceso y la distribución interior. Una franja central como espacio único contiene las comunicaciones horizontales y verticales tanto en planta baja como en planta primera, y permite acceder a todas las aulas, talleres y despachos. Junto a la escalera principal se sitúan el ascensor y otra escalera que da acceso, desde la planta primera, al espacio bajo cubierta.
La intervención ha pretendido el uso de un número mínimo de materiales. Revocos en muros exteriores con carpinterías pivotantes de madera pintadas de blanco. En el interior, madera de roble en escaleras y particiones y suelo de granito a corte de sierra son los materiales básicos. Creemos que estos dos únicos materiales realzan por su sencillez un edificio cuyo principal protagonista está en el espacio de la escalera y su barandilla original de hierro forjado.
Arquitectos Beatriz Matos Castaño, Alberto Martínez Castillo Aparejador Alberto López Díez Colaboradores Fernando Sanz, Montse Rallo, Carmen Bango, Marta Ramírez, Lorena Prieto, Amanda Schachter, David Casino, Jose Ignacio Toribio Ingeniería Torroja Fotografías Alberto Martínez Castillo, Hisao Suzuki





.jpg)


.jpg)
.jpg)

La casa palacio del Casino de la Reina, construida a principios del siglo XIX, sufrió a lo largo del tiempo numerosas transformaciones y adiciones que modificaron su apariencia exterior e interior. Las fachadas habían sido muy modificadas, pareciéndose muy poco a la imagen del edificio que se conserva en los grabados de la época. La eliminación o apertura de nuevos huecos, sus cambios de proporción, pequeños cuerpos e incluso un edificio de su mismo tamaño adosados a un lateral transformaron por completo su fisonomía exterior.
El interior se encontraba muy compartimentado y, a excepción de la crujía central y la escalera principal que mantenían la estructura espacial original, se hacía necesario eliminar tabiques para dejar espacios más limpios.
La estructura consistía en grandes muros de carga de 70 cm de espesor. Las vigas de madera y el tableado igualmente de madera que constituían los forjados se encontraban en muy mal estado de conservación. La protección del edificio exigía restituir las fachadas a su estado original y conservar los principales muros de carga interiores así como el trazado de la escalera principal y su barandilla de hierro forjado.
Se vació todo el interior salvo los muros de carga protegidos y se recalzó la cimentación mediante pozos, sustituyendo la solera de la planta baja por un forjado. El criterio estructural consistió en no sobrecargar los muros más de lo que estaban. La presencia de grietas importantes, producto de asientos y de las actuaciones que sobre ellos se habían llevado a cabo a lo largo del tiempo, así lo aconsejaba.
Situado en el barrio de Lavapiés, el edificio se construye para centro de integración social. El programa, algo indeterminado en el momento de redactar el proyecto, consistía en fundamentalmente en aulas y talleres, con algunos despachos, una pequeña cocina, aseos y un espacio polivalente de reunión bajo la cubierta. Entendíamos que la estructura de muros antigua era la base principal para la compartimentación espacial interior y que el número de aulas-taller posibles era el que los muros delimitaban, y, de alguna manera, permitían. Decidimos valorar el carácter pesado de los muros históricos contraponiendo un sistema ligero de partición interior. La separación entre vestíbulos y talleres o despachos se realiza con elementos de madera con acabado de roble. Estos nuevos muros anchos y ligeros se convierten en armarios de almacenamiento que en su parte superior albergan los fancoils para la climatización. Las líneas horizontales de toma y salida de aire de las máquinas se convierten, por su profundidad, en un elemento importante en la composición de los armarios-pared.
La escalera y los muros originales organizan el vestíbulo de acceso y la distribución interior. Una franja central como espacio único contiene las comunicaciones horizontales y verticales tanto en planta baja como en planta primera, y permite acceder a todas las aulas, talleres y despachos. Junto a la escalera principal se sitúan el ascensor y otra escalera que da acceso, desde la planta primera, al espacio bajo cubierta.
La intervención ha pretendido el uso de un número mínimo de materiales. Revocos en muros exteriores con carpinterías pivotantes de madera pintadas de blanco. En el interior, madera de roble en escaleras y particiones y suelo de granito a corte de sierra son los materiales básicos. Creemos que estos dos únicos materiales realzan por su sencillez un edificio cuyo principal protagonista está en el espacio de la escalera y su barandilla original de hierro forjado.
Arquitectos Beatriz Matos Castaño, Alberto Martínez Castillo Aparejador Alberto López Díez Colaboradores Fernando Sanz, Montse Rallo, Carmen Bango, Marta Ramírez, Lorena Prieto, Amanda Schachter, David Casino, Jose Ignacio Toribio Ingeniería Torroja Fotografías Alberto Martínez Castillo, Hisao Suzuki