Nave Industrial Polígono de Oñate, Guipuzkoa
Dirección
Polígono Industrial de Oñate. C/Obispo Otaduy S/N
Fecha
1991, 1997 (primera ampliación), 2004 (segunda ampliación)
Premio
Andrea Palladio 1993, Jóvenes Arquitectos Españoles 1992, Finalista II Bienal Arquitectua Española, Finalista Premios COAVN 1993
El edificio de las naves de Garay, ampliación de una fábrica donde se realizaba tubo de acero calibrado, se encuentra situado en el polígono industrial de Oñate.
Construido en 1991, fue ampliado en dos ocasiones más por nosotros mismos, en 1997 y en 2004. Tener que intervenir sobre una obra propia con periodos de seis y doce años de plazo es una situación bastante interesante que pone a prueba cómo ha pasado el tiempo por la arquitectura inicial y por uno mismo. En este caso tras mucho observar, y meditar sobre las naves construidas en 1991 concluimos que el tiempo había pasado bien por ellas y decidimos seguir las mismas ideas que la habían inspirado. Mismos ritmos espaciales, mismo criterio estructural, misma (con mínimas mejoras) materialidad.
La de 1991 fue nuestra primera obra construida, nos permitió aprender mucho, nos dio grandes satisfacciones y también numerosos reconocimientos. Nuestra nave se debía adosar a una existente y tenía condiciones diferentes para cada una de las tres fachadas restantes. La delantera, que se enfrentaba a la carretera variante de Oñate, sería la responsable de la nueva imagen de la empresa y su percepción la que se da, veloz, desde el coche. La necesidad de respetar una distancia respecto de la carretera forzaba a un retranqueo que, unido a la creación de un porche cubierto, facilitó el guiño visual que construimos mediante la superposición de dos cubiertas curvas. La fachada trasera, frente al río y unas viviendas, buscaba ser más silenciosa y la lateral mostraba el lenguaje industrial del diente de sierra que organizaba la estructura y la iluminación interior.
Se componía de tres crujías paralelas de 20x100 metros que ocupaban una superficie de 6000 m2 a un mismo nivel. Un paquete de oficinas se encontraba junto a la fachada a cinco metros de altura sobre las entradas de camiones. Bajo las oficinas los talleres y aseos. Toda la estructura era de perfiles de acero laminado pintada de rojo. Cada crujía o nave, tenía dos puentes grúa a 7,60 metros de altura. Los dientes de sierra que formaban la cubierta comenzaban y terminaban en dos grandes superficies curvas, como modo relación con el entorno y de entender el problema del principio y fin de una estructura continua. El cerramiento exterior consistía un sandwich de doble chapa de aluminio con manta de fibra de vidrio en el interior. La chapa exterior, ondulada de aluminio gofrado, se colocó en las paredes laterales según la dirección del diente de sierra.
En 1997, tras la adquisición de los terrenos colindantes por parte de la empresa se amplió lateralmente con tres nuevas crujías de 20 metros de anchura duplicando la superficie. Finalmente, en 2004, tras adquirir el terreno que llegaba hasta la curva del río y cerraba cualquier nueva posibilidad de extensión, proyectamos cuatro nuevas crujías. Hacia la carretera se incrementó el número de cubiertas curvas, como agolpadas unas a otras, mientras atrás, hacia el pueblo, el hormigón visto y el aluminio gofrado creaban unas fachadas cada vez más sencillas.
El primer espacio interior tenía sesenta metros de ancho y cien de largo. Al final ha predominado la anchura: las líneas de los lucernarios se extienden más de doscientos metros iluminando un espacio de atmósfera densamente industrial.
Arquitectos Alberto Martínez Castillo, Beatriz Matos Castaño Aparejador Alberto López Díez Colaboradores Jorge Bonito Pinana, Marco Colaiacomo, Juan Riveiro Martin, Franca Alexandra Sonntag Fotografías Hisao Suzuki, Alberto Martínez Castillo
El edificio de las naves de Garay, ampliación de una fábrica donde se realizaba tubo de acero calibrado, se encuentra situado en el polígono industrial de Oñate.
Construido en 1991, fue ampliado en dos ocasiones más por nosotros mismos, en 1997 y en 2004. Tener que intervenir sobre una obra propia con periodos de seis y doce años de plazo es una situación bastante interesante que pone a prueba cómo ha pasado el tiempo por la arquitectura inicial y por uno mismo. En este caso tras mucho observar, y meditar sobre las naves construidas en 1991 concluimos que el tiempo había pasado bien por ellas y decidimos seguir las mismas ideas que la habían inspirado. Mismos ritmos espaciales, mismo criterio estructural, misma (con mínimas mejoras) materialidad.
La de 1991 fue nuestra primera obra construida, nos permitió aprender mucho, nos dio grandes satisfacciones y también numerosos reconocimientos. Nuestra nave se debía adosar a una existente y tenía condiciones diferentes para cada una de las tres fachadas restantes. La delantera, que se enfrentaba a la carretera variante de Oñate, sería la responsable de la nueva imagen de la empresa y su percepción la que se da, veloz, desde el coche. La necesidad de respetar una distancia respecto de la carretera forzaba a un retranqueo que, unido a la creación de un porche cubierto, facilitó el guiño visual que construimos mediante la superposición de dos cubiertas curvas. La fachada trasera, frente al río y unas viviendas, buscaba ser más silenciosa y la lateral mostraba el lenguaje industrial del diente de sierra que organizaba la estructura y la iluminación interior.
Se componía de tres crujías paralelas de 20x100 metros que ocupaban una superficie de 6000 m2 a un mismo nivel. Un paquete de oficinas se encontraba junto a la fachada a cinco metros de altura sobre las entradas de camiones. Bajo las oficinas los talleres y aseos. Toda la estructura era de perfiles de acero laminado pintada de rojo. Cada crujía o nave, tenía dos puentes grúa a 7,60 metros de altura. Los dientes de sierra que formaban la cubierta comenzaban y terminaban en dos grandes superficies curvas, como modo relación con el entorno y de entender el problema del principio y fin de una estructura continua. El cerramiento exterior consistía un sandwich de doble chapa de aluminio con manta de fibra de vidrio en el interior. La chapa exterior, ondulada de aluminio gofrado, se colocó en las paredes laterales según la dirección del diente de sierra.
En 1997, tras la adquisición de los terrenos colindantes por parte de la empresa se amplió lateralmente con tres nuevas crujías de 20 metros de anchura duplicando la superficie. Finalmente, en 2004, tras adquirir el terreno que llegaba hasta la curva del río y cerraba cualquier nueva posibilidad de extensión, proyectamos cuatro nuevas crujías. Hacia la carretera se incrementó el número de cubiertas curvas, como agolpadas unas a otras, mientras atrás, hacia el pueblo, el hormigón visto y el aluminio gofrado creaban unas fachadas cada vez más sencillas.
El primer espacio interior tenía sesenta metros de ancho y cien de largo. Al final ha predominado la anchura: las líneas de los lucernarios se extienden más de doscientos metros iluminando un espacio de atmósfera densamente industrial.
Arquitectos Alberto Martínez Castillo, Beatriz Matos Castaño Aparejador Alberto López Díez Colaboradores Jorge Bonito Pinana, Marco Colaiacomo, Juan Riveiro Martin, Franca Alexandra Sonntag Fotografías Hisao Suzuki, Alberto Martínez Castillo